Hoy quizás no hable de un tema social, ni siquiera de una opinión como educador/a sobre algo, ni una reflexión... nada. Pero necesito escribir aquello que no digo, antes de olvidarlo para siempre.
Alzhéimer: enfermedad mental progresiva que se caracteriza por una degeneración de las células nerviosas del cerebro y una disminución de la masa cerebral; las manifestaciones básicas son la pérdida de memoria, la desorientación temporal y espacial y el deterioro intelectual y personal.
Hasta hace alrededor de 5 años esta palabra no me transmitía nada, ahora me hace sentir anhelo a aquello que ya casi ni puedo recordar.
Acostumbraba a vivir puerta con puerta contigo, a escuchar tus voces por el patio (bueno, que digo voces, chillidos), a pedirme que te enhebre las agujas porque tú ya no veías bien, a llamarte cuando estaba sola en casa y que te asomaras al patio para hablar conmigo, me gustaba cuando te acordabas de mí y me traías alguna bolsa de gusanitos después de comprar el pan o simplemente cuando me mandabas a mi a por el (y yo maldiciendo cruzarme contigo por la calle y que me obligaras a ir, a pesar de que siempre me quedaba la vuelta eh abuela), estaba acostumbrada hasta a escucharte reñir al abuelo y verte todo el día con el cepillo y el cogedor en la mano, acostumbrada incluso a que me llamaras por todos los nombres de la familia menos por el mío (que te comprendo, somos demasiados, y ahora más, tendrías que ver lo bonitos que son tus bisnietos)...
Te recuerdo dormida en una silla enfrente de mi cama cuando mis padres no estaban en casa, o dormida tú en el sofá mientras veías la tele, verte calentar ese café tan rico e inigualable, comerme los huevos cocidos enteros y atorarme, verte dormida con la radio encendida, llamarme por si necesitaba comida cuando salían fuera, tenerme una panera diminuta para disfrutar lavando la ropa a la antigua usanza contigo, recuerdo que cuando me asomaba al pozo me advertías que si me asomaba "la mano negra" me arrastraría con ella, es más, recuerdo imaginarme como era esa mano negra. Cuando jugaba sola en casa a ser profesora con alumnos invisibles y gritarme que con quién estaba hablando porque no te gustaba que entrara a mis amigos en casa, o incluso barrer contigo el patio lleno de las hojas de tus hermosas macetas y decirme que no, que no barriera en contra del aire, que lo hiciera siempre a favor... hasta recuerdo saltar por el patio miles de veces en busca de tu refugio porque mi madre me estaba riñiendo y venía con el zapato levantado detrás...
Me gustaba tu mal carácter y lo pesada que eras, y me arrepiento mucho de no haberlo disfrutado porque en estos años que has estado ausente te he necesitado mucho y te sigo necesitando. No sabes como me gustaría saber qué me habrías dicho si te hubieras enterado de lo mal que lo pasé.
Me gustaría que dijeras lo orgullosa que estás de mi por estar estudiando una carrera, que hubieras ido a mi graduación a darme la enhorabuena y decirme lo guapa y grande que estaba... y sobretodo que me hubieras abrazado.
Nunca has reflejado ningún sueño truncado en mí, siempre me has apoyado mucho en seguir estudiando y hasta me decías que era toda una afortunada porque tú no sabías leer ni escribir (y yo me burlaba de ti pidiéndote que me firmaras papeles), aunque también me avisabas de que primero estaban los estudios y después los niños y novietes.
Por añorar añoro hasta que me llamaras machorra por irme a jugar con los niños al parque, estar siempre con coches y un balón o con la bicicleta...
Podría seguir diciéndote cosas que ya nunca sabrás, y es que lo peor de la vida es no aprovechar a quien te rodea.
Sé que tengo un poco de suerte porque aún estás, pero no lo considero suerte, tampoco una desgracia, pero no sabría expresarlo bien. Sé que ahora estás estable y estás luchando con todo tu poderío contra esto, pero tengo mucho miedo; tengo miedo a que el motivo de una de las llamadas diarias de mi madre seas tú.
Me piden que vaya a visitarte y me preguntan que por qué no lo hago, que si acaso no te quiero. ¿Como no te voy a querer? Si vaya donde vaya me recuerdan que tengo tu mismo carácter. Eras testaruda y fuerte, aunque no sabría decir si yo soy fuerte, pero lo de testaruda está más que claro que sí.
No sabría explicar a nadie por qué no te visito, ni por qué jamas hablo ya de ti. Quizás sea que aún no acepto verte y que no sepas quién soy, ni que no puedas andar con tus doloridos pies, o quizás que no me gusta verte con canas pues estaba acostumbrada a que siempre ibas teñida, tu mirada apagada y triste no me gusta, saber que lloras sin motivos me parte el alma, ver como te alteras sin más es duro y sobretodo odio que lleves pantalones, ¡tu siempre usabas faldas largas!
Te quiero abuela, te quiero mucho.
Podrías avisar al principio del todo "No apto para sensibles"
ResponderEliminarGracias por el consejo ;)
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